quinta-feira, 11 de março de 2010

EDITORIAL HOJA DE SAO PAULO - pasado el límite de



  Al defender una vez más la dictadura cubana, y el tratamiento común de los presos políticos, Lula se burla de los valores democráticos Parece demasiado, en nombre de los antecedentes históricos, el juego una vez más las palabras del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva en una entrevista con The Associated Press: "Tenemos que respetar la determinación de la Justicia y el gobierno cubano para detener a las personas de acuerdo a las leyes de Cuba. La huelga de hambre no se puede utilizar como pretexto los derechos humanos de los pueblos libres. Imaginen si todos los delincuentes detenidos en Sao Paulo vienen en huelga de hambre y piden la libertad ". La declaración es indignante, incluso para los estándares de Lula, el brasileño, que se acostumbró a su sentido. Recuerde, por ejemplo, cuando dijo, ya en 2003: "Los que llegar a Windhoek [la capital de Namibia], parece que hay un país africano. Pocas ciudades en el mundo son tan limpia y bella arquitectura como este". Esta vez, sin embargo, la epidemia está fuera de toda gracia, que es áspera. No puede ser atribuida a uno de los tantos errores del agresor de la improvisación, no esconde el orgullo de hablar mal y divertirse con meteduras de pata que cometa. N º de Lula, este personaje feliz con sus propias inseguridades, pero esta vez cruzó la línea en el asalto a los valores democráticos. Echemos un vistazo más de cerca la escalada de irregularidades: Lula aprueba una dictadura que reprime la divergencia de opiniones. Predica el "respeto" por la ley cubana que se autoriza la detención de personas cuyo delito está mostrando signos de "conducta claramente incompatible con las normas de la moral socialista". Luego se traslada a otra casa para calificar los derechos de "pretexto" de los presos políticos en huelga de hambre. Justificación? En 2003, el gobierno cubano fulminó tres disidentes que trataron de huir del país. Otros 75 opositores fueron detenidos, entre ellos Orlando Zapata. Originalmente, condenado a tres años, se había extendido a su condena a más de 25 años de prisión. Murió después de una huelga de hambre, el día en que Lula llegó a la isla hace semanas para visitar a Fidel Castro, por cuarta vez. Sorprendido por los periodistas, afirmó por primera vez de ignorar el llamamiento de la contratación defensores de derechos humanos había hecho para que interceda por Zapata. Se limita, pues, lamentar que "un preso a dejar que muera por la huelga de hambre". Como dije ayer el diario Folha y periodista disidente cubano Guillermo Fariñas, también en huelga de hambre ", dijo Lula demuestra su compromiso con la dictadura de Castro y de su desprecio con los presos políticos". Nada de golpes, sin embargo, la burla de la celebración presidenciales: los presos políticos de la dictadura cubana son comparables a los presos comunes de un país democrático, en el caso de Brasil. "Imagínense si todos los delincuentes detenidos en Sao Paulo vienen en huelga de hambre y pedir por la libertad". Imagínese, nosotros, con más razón, que esta aberración en el servicio de la defensa de un régimen asesino no es sólo un tropiezo, sino más bien la revelación de la apreciación real de la democracia de Lula.

 

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